Reflexión sobre la Isla de Margarita: Un Llamado al Corazón de Todos

Reflexión sobre la Isla de Margarita: Un Llamado al Corazón de Todos

La Isla de Margarita ha sido, para mí, un lugar que trasciende sus playas y atardeceres. Más que el destino emblemático de nuestro país, es un pedazo de mi corazón, un refugio personal al que siempre anhelo regresar, donde no solo las olas del mar sino la calidez de su gente me invitan a encontrar paz. Pero hace poco, nuestra isla vivió una experiencia que me hizo detenerme y pensar profundamente: 12 días sin electricidad, 12 días de incertidumbre, de incomodidad, de adaptación. Un golpe a la vida cotidiana que afectó no solo a los margariteños, sino también a quienes amamos y valoramos este rincón tan especial de Venezuela.

Una isla que resiste, pero que necesita apoyo

Durante esos días sin luz, Margarita no solo se vio ante un desafío logístico y económico, sino ante una prueba de resistencia emocional. Yo vi, a través de las historias que compartían los locales y las conversaciones que mantuve con muchos afectos dentro de ella,  cómo la isla continuaba luchando, cómo su gente se mantenía firme, con una actitud digna de admirar. Los empresarios, los hoteleros, los dueños de restaurantes, los guías turísticos… todos, sin excepción, hicieron lo imposible por mantener el espíritu de la isla intacto. No hubo una queja, ni un signo de desesperación, aunque por dentro la estaban viviendo. Solo había una voluntad de seguir adelante, de ofrecer lo mejor a los que, a pesar de la adversidad, seguían llegando a nuestro paraíso. Los margariteños no solo fueron resilientes, sino que mostraron, una vez más, la fuerza que los caracteriza.

No quiero caer en la tentación de señalar responsabilidades, porque en momentos como este, es más importante reconocer el esfuerzo. Los empresarios y emprendedores de Margarita hicieron todo lo posible, todo lo que estaba a su alcance, para mantener la esencia del servicio, para garantizar que cada visitante, aunque tuviera que lidiar con circunstancias difíciles, nunca perdiera el calor humano y la calidez que define a la isla. Ellos fueron los verdaderos héroes, y su trabajo, en medio de la tormenta, habla por sí mismo.

Lo que Margarita necesita es unión, no culpas

Hoy, mientras reflexiono sobre todo lo que vivió la isla, me siento más cerca que nunca de Margarita. No soy un espectador lejano, y se que muchos lo saben, sino alguien que siente profundamente la conexión con cada rincón, con cada sonrisa, con cada rincón que Margarita ofrece. Es por eso que, más allá de señalar lo que faltó, mi reflexión se orienta hacia lo que podemos hacer todos juntos, como comunidad, como país, para que nuestro paraíso no siga solo existiendo para nosotros y sino para las generaciones que vienen.

Nuestra Isla de Margarita necesita una acción conjunta. No de culpas, ni de señalamientos, sino de un compromiso compartido. La isla necesita que sigamos trabajando para que sus servicios básicos, su infraestructura, sean lo suficientemente fuertes para enfrentar cualquier adversidad. No solo es un desafío de energía, es un desafío de bienestar para los margariteños y para todos los que nos sentimos atraídos por su magia.

Un llamado al corazón de todos

Hoy quiero pedir algo más profundo: un llamado a la acción que venga del corazón. Es momento de que todos, desde las autoridades, los ciudadanos locales y todos los que amamos la isla, nos comprometamos con su futuro. Los margariteños ya demostraron una y otra vez que tienen la capacidad de salir adelante, de enfrentar las dificultades con la frente en alto. Ahora, es tiempo de que el resto de nosotros, el resto de Venezuela, nos unamos para darle a Margarita las herramientas necesarias para seguir brillando.

Sé que no todo se resuelve de un día para otro, pero cada acción cuenta. Las inversiones en infraestructura, la apuesta por energías sostenibles, los planes de contingencia... todo eso es fundamental. Pero lo más importante, lo que más valoro, es la fuerza de la comunidad. Lo que vi en esos días de oscuridad es lo que me da esperanza: la unidad, el coraje y el amor por la isla que todos sus habitantes comparten. Eso es lo que quiero celebrar, eso es lo que quiero que todos reconozcamos: el espíritu incansable de Margarita, que no necesita ser salvado por unos pocos, sino respaldado por todos.

Gracias, Margarita

Gracias, Margarita, por tu resistencia. Gracias, margariteños, por cada sonrisa que, incluso en la oscuridad, se mantuvo firme. Gracias a todos los que trabajaron sin descanso para hacer que el espíritu de la isla jamás se apagara, a pesar de la tormenta. Pero también, gracias por mostrarnos que la verdadera fuerza está en la unidad, en el compromiso compartido. Hoy, más que nunca, debemos seguir trabajando juntos, para que Margarita siga siendo ese refugio, esa joya de Venezuela, llena de esperanza y luz para todos.

Porque aunque a veces se oscurezcan los días, Margarita nos recuerda que siempre habrá un sol que, en su momento, volverá a brillar con más fuerza que nunca. Y ese sol será la luz que todos, juntos, deberemos cuidar y proteger.

Un comentario

  1. Hermosa Reflexión! La pasamos duro, pero pa’ afuera no hubo quejas sino mensajes de aliento.

    Muchos lo ven conformismo, otros como resiliencia yo entiendo hoy que más allá de cualquier cosa, quienes hacemos vida y empresa en Venezuela tenemos las responsabilidad implícita de continuar y absorber responsabilidades que quizá no nos corresponden pero que son necesarias para el cumplimiento de objetivos.

    Margarita es ejemplo de la articulación del sector privado pero sobre todo de LA VOLUNTAD.

    Gracias Juan

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